domingo, 26 de mayo de 2013

GUSTAVO ADOLFO BECQUER, (1871)

Encontré esto; y espero me permitan publicarlo, porque no recordarlo, sería morir para siempre’’    (Bernapuerta)
Gustavo Adolfo Bécquer,    (1871)    

Yo sé un himno gigante y extraño   
Que anuncia en la noche del alma una aurora
 Y estas páginas son de ese himno
Cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle del hombre
Domando el rebelde, mezquino idioma,
 Con palabras que fuesen a un tiempo
 Suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar: que no hay cifra
Capaz de encerrarle, y apenas, ¡oh hermosa!
Si, teniendo en mis manos las tuyas,
Pudiera, al oído, cantártelo a solas.


Gustavo Adolfo Bécquer,                                                 (1871)     

Por los tenebrosos rincones de mi cerebro,
 Acurrucados y desnudos, duemen los extravagantes hijos de
 Mi fantasía, esperando en el silencio que el Arte los
 Vista de la palabra para poderse presentar decentes
 En la escena del mundo.
Fecunda, como lecho de amor de la Miseria, y
 Parecida a esos padres que engendran más hijos de
 Los que pueden alimentar, mi Musa concibe y pare
 En el misterioso santuario de la cabeza, poblándola
 De creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad
  Ni todos los años que me restan de vida
 Serian suficientes a dar forma.      
Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y
 Barajados en indescriptible confusión los ciento
A veces agitarse y vivir con una vida oscura y extraña.
Semejantes a las de esas miradas de gérmenes
 Que hierven y se estremecen en una eterna incubación
Dentro de las entrañas de la tierra, sin encontrar
Fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse

Al beso del sol, en flores y frutos. 

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